Austin Turtles and Bats
Austin Turtles and Bats

Austin Turtles and Bats

Aterricé en Austin el dos de octubre de 2023 en la tarde, para luego tomar un bus que me llevaría al centro de la ciudad, donde me hospedaría en un La Quinta Inn, muy convenientemente ubicado dada su cercanía con la calle 6ta, así como con la avenida Red River, donde se concentra parte importante de la vida nocturna, y por ende, varios de los lugares de mi interés. Mientras el bus iba en dirección norte, y antes de cruzar el río Colorado, también vi algunos establecimientos de comida y vida nocturna que sería interesante visitar, pero que por distancia no sería práctico en esta visita. Además, el centro de Austin ofrecería todo lo que necesitaría e incluso más.

Me esperaba una habitación amplia con dos camas, solo para mí, la cual sería la acomodación con mayor comodidad que tendría por las siguientes tres semanas y media. No estaba lista cuando llegué, por lo que tuve que dejar el equipaje más pesado en recepción y salir a conocer los alrededores. Eran las aproximadamente las cuatro de la tarde y la avenida Red River, a sólo un par de cuadras de mi hotel, ofrecía una seguidilla de establecimientos nocturnos, pero aparentemente sin vida a esa hora. También noté la gran cantidad de carritos de comida en la ciudad. Había pocas personas deambulando y no se veía mucho que hacer por ahí, aunque el tipo de establecimientos que vi y mi intuición me indicaron que sería un buen lugar para volver más tarde.

Seguí bajando hasta la calle 6ta o “Dirty Six,” como la conocería más adelante, y mientras buscaba algún lugar para almorzar, vi un Visitor Center. Creo que nunca había entrado a uno, pero me pareció la oportunidad perfecta, porque no sabía casi nada de la ciudad, más allá de su amplia vida cultural y musical, motivo por el cual quería quedarme un par de noches, antes de encontrarme con mis amigos en California.

La persona que me atendió fue muy amable: una mujer joven que explicaba todo con entusiasmo y de manera muy clara. Me señaló varios puntos del centro que podría visitar caminando en un mapa que me regaló junto con una revista, e incluso me recomendó un lugar para almorzar: Cooper’s. No tendría mucho tiempo para conocerlo todo pero valía la pena caminar un rato en la tarde después de almorzar.

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Cooper’s era exactamente lo que buscaba. Quería un poco de carne texana de buen sabor sin tener que pagar demasiado. No es uno de esos lujosos steakhouses, sino que uno pide el corte de carne, paga por peso y puede adquirir acompañamientos, incluso hay algunos que están incluidos, como los Pinto Beans. Yo añadí Mac & Cheese y una Coca-Cola grande (en USA por algún motivo sabe más rico). Hay mesones largos, que compartí con algunas personas que tal vez acababan de salir de trabajar. También hay una barra con televisores trasmitiendo deportes, un ambiente que me gusta, pero quería conocer la ciudad. Este viaje, además, no sería tanto en bares, como en otras ocasiones.

Cooper’s

Después de reposar un poco en un parque esquinero, mientras revisaba los mapas y lugares cercanos, caminé por el borde de un lago, primero hacia un sentido, en el cual bajé lo más que pude cerca al agua. Atravesé un par de puentes por debajo, donde leí varios avisos acerca de los murciélagos que habitan esa zona y también encontré, en pleno río Colorado, varias tortugas que se mantenían a flote sobre unas ramas de madera. Temprano me había tomado una foto con una escultura plateada de una tortuga marina. Me pareció curioso, pues mi apodo (uno de varios) en bachillerato fue “Tortuga”. A esa hora estaba completamente sobrio y con la cabeza clara, pero fue inevitable asociar estas “señales” con la importancia y magnitud del viaje (también de autodescubrimiento, como todos los que he hecho solo) que estaba empezando.

Luego caminé en sentido contrario y descubrí un barrio con muchos camiones de comida, bares pequeños y lugares interesantes, a los que no volvería, pues mi interés estaba en otro sector. Red River & 6th St. Esta zona, que queda cerca de una avenida grande y detrás de un Ihop, seguro tiene mucho que ofrecer como alternativa más calmada a las avenidas principales. Queda pendiente buscar el nombre de ese sector.

La onda de la ciudad me estaba gustando bastante, pero todavía tenía que hacer tiempo mientras caía el sol y se prendían los bares y la vida nocturna, así que fui por una botella de vino, para más tarde, y una cerveza Sapporo, para el camino de regreso al hotel. Hacía bastante calor y con seguridad mi habitación ya estaría lista. Todo este recorrido fue rodeando el Capitolio de Texas, estructura imponente en medio de un parque. Hay que tener mayor precaución al beber alcohol en la calle en USA que en otros paises, porque está prohibido, pero depende de la ciudad o el sector en el que uno esté. Las Vegas, o la calle Bourbon en New Orleans es donde más he visto peatones bebiendo.

Tras una larga ducha caliente y alistarme para salir, me dirigí a la avenida Red River, y luego de sopesar algunas opciones, entré a un bar de rock que tenía un par de máquinas de Pinball, así como una barra llamativa, con muchos billetes pegados a la madera sobre el amable bartender, que me ofreció una cerveza. Este bar es el Valhalla y tiene una parte exterior donde se alcanza a escuchar metal y donde normalmente siempre había alguna persona o dos que le dan la bienvenida a uno.

Adentro tampoco estaba muy concurrido pero tenía buena onda, por la decoración y la música. Creo que probé alguna IPA de barril que me prendió de una (alcoholizó ligeramente o ligeró alcohólicamente, como se quiera) y disfruté de esa sensación de que el viaje ya se ha dado por iniciado y que me espera un sinnúmero de aventuras y experiencias de todo tipo. Parte del Distraction/Destruction eventualmente fue probar diferentes cervezas, principalmente IPA’s. Tomé fotografías de varias, pero algunas, como la que degusté en el Valhalla, no recuerdo su nombre. También hay un billar y un par de maquinas pinball, una del Demoledor de Stallone, que probaría luego.

Después de un rato, salí a conocer otros establecimientos. A esa hora ya había suficiente actividad para tener una idea de lo que es la vida nocturna de Austin. Al llegar a la intersección con la calle 6, me topé con un músico callejero que tocaba solitario, frente a la entrada esquinera de un local que ya estaba cerrado. No recuerdo cuál fue la canción, pero pude acompañarlo con la voz en los coros, y al terminar, hablamos un rato. Le deseé buena suerte y seguí recorriendo esta calle, donde resulta imposible ponerle atención a todo lo que sucede, pues hay demasiados bares, restaurantes, luces y ruido.

En ambas aceras hay una mezcla de turistas y locales de todo tipo, caminando en ambas direcciones, o reunidos, en grupo, cada quien en lo suyo. Terminé caminando hasta un bar amplio donde había micrófono abierto esa noche, llamado Speak Easy, apenas a media cuadra de la Sixth, y donde tendría la primera oportunidad de cantar/tocar en el viaje. No estaba muy seguro de subirme a la tarima, pues no había preparado nada ni había calentado la voz o estirado las manos. Sin embargo, mientras decidía qué tocar o qué hacer, ya estaba en la lista de espera y cuando menos me di cuenta, había tocado una canción mía, “Nunca Más” y el cover de Johnny Cash de “Hurt” frente a una audiencia norteamericana, que me aplaudió y con los que, junto a un grupo de músicos que también estaba mostrándose en vivo, pasé un rato muy agradable pero breve, pues fui el último artista de la noche y ya se cerraba la tarima abierta. No quería empezar el viaje consumiendo cervezas de 10 dolares, por lo que me devolví a la Red River, a buscar algo más tranquilo y económico, y que ya estuviera de paso al hotel para acostarme no tan tarde. Tales planes no se llevarían a cabo con exactitud, pues conocería el 13th floor.

Más allá del lugar como tal, fue el punto más importante de la noche porque la persona que estaba trabajando en la puerta esa noche, tuvo la amabilidad de enseñarme algunas cosas de la escena musical de la ciudad, comenzando por el origen del nombre del bar, que complementó mostrándome el 13th Floor Elevators: A Visual History, un libro de la banda local del mismo nombre. También me habló del festival psicodélico Levitation, del cual colgaba un afiche en una de las paredes del bar: docenas de bandas cuyo nombre desconocía pero que al regresar a Bogotá encontraría en la playlist de Spotify del evento (LEVITATION 2023 Playlist). Además de invitarme una cerveza, me presentó algunos personajes con los que compartí el resto de la noche.

Yo había entrado a ese bar porque desde afuera se veía una tarima al fondo con una batería, pero el lugar estaba con las luces bajas y parecía en silencio. Adentro, en la barra, ya había algunas personas y poco a poco llegaron clientes regulares, ocasionales y turistas. Después de la acostumbrada conversación acerca de tocar en vivo en el establecimiento y planear hipotéticos toques a futuro, me puse a hablar más que todo con dos locales en la parte de afuera del bar. Uno de ellos, músico y satanista, fue muy agradable mientras que el otro que llegó después, le buscó pelea a un vendedor ambulante que luego le sacó un cuchillo. Con nosotros, en cambio, el tipo fue muy divertido. “Lo que pasa,” explicó más tarde, “es que me gusta salir a tomar y a reventarme a golpes con desconocidos”. El otro estuvo de acuerdo, pero cuando vió un arma blanca, no le pareció tan buena idea hacer parte de la escena. Al rato, decidí dejar de buscar más fiesta y me fui al hotel. El de puerta que me recibió tan bien, me había invitado a ver música en vivo con unas amigas que me presentó, pero cuando me di cuenta, ya se habían ido.

El día siguiente disfruté el desayuno incluido del hotel. Siempre me trae recuerdos de viajes familiares a USA, porque siempre acostumbrábamos quedarnos en hoteles de este tipo donde hubiese desayuno americano. Era el lugar de encuentro y planeación cada mañana antes de salir a un parque o a turistear. En esta ocasión organizé lo que haría en el día y me reporté con los de la casa y amigos en Colombia. Cerealito, waffles y a la calle. La universidad de Texas en Austin tiene un campus y edificios imponentes, por lo que decidí caminar un poco por los alrededores, mientras se hacía más tarde para dar una clase en linea. Luego de esto me alisté para salir en la tarde noche, mientras me tomaba la otra mitad de la botella de vino que había comprado el día anterior. No recuerdo muy bien qué expectativas tenía para esa noche, pero resultaría ser bastante interesante.

Repetí el recorrido oscuro y solitario de la noche anterior para llegar a la avenida Red River casi a la altura del bar Mohawk, donde me enteré que se presentaría The Melvins esa noche. No ha habían entradas pero quise merodear por ahí un rato y escuchar desde afuera. Más adelante por esa misma acera está Valhalla y en frente 13th floor, pero quería ir hasta la Filthy Six para hacer videos para este artículo y ver qué había interesante por ahí. Me antojé de pizza (aunque ya tenía en el hotel media pizza de Domino’s, vi algunas bandas en vivo desde la calle y caminé un buen tiempo para ver diferentes contextos de la típica vida nocturna de ciudad estadounidense. Canté karaoke y conocí algunas personas en un lugar sobre la 6ta del cual no recuerdo el nombre. Siempre es agradable conectar con alguien a través de canciones en común. Conseguí unos comestibles de THC y encontré un Coyote Ugly, donde me gusta ir porque hay cerveza barata y las bartenders bailan sobre la barra.

Ya tendría que ser más de medianoche y el establecimiento estaba casi vacío. Me senté en la barra y pedí un par de cervezas mientras examinaba las gomitas que acababa de comprar, para luego consumir la mitad. Había dos bartenders, una disfrazada de angel y otra de diabla. La chica con alas y corona tenía además un bikini negro y era muy, muy atractiva. En un momento fue hacia la rockola y puso una canción. Sonó Bohemian Rhapsody y me paré a hablar con ella. Después de decirle que me recordaba a Salma Hayek en From Dusk ‘Til Dawn, me preguntó si quisiera encontrarme con ella después que cerrara el lugar para fumar un rato. Me pareció el plan perfecto, pero tenía que esperar más de una hora mientras ella salía. Volví al hotel, que no estaba a más de un cuarto de hora de ahí a pie. La idea era descansar un rato y como no tenía datos, también me parecía razonable ir hasta allá para poderme comunicar por celular. En ese punto de la noche los recuerdos son borrosos, pero se que llegué al Coyote Ugly unos 10 minutos después de la hora que habíamos quedado con la chica.

Estaba cerrado y no había nadie más por ahí. Solo habitantes de calle. Caí en cuenta que no era recomendable permanecer mucho más tiempo por ahí y regresé al hotel. Al dia siguiente viajaba a Los Angeles y me encontraría con mis amigos para ir al PowerTrip. Lástima no haberme encontrado con la bartender alada. De vez en cuando sube fotos en Instagram, pero luego se me olvida su nombre de usuario. Sería la primera, pero no la única vez que mi impuntualidad me privaría de experiencias en este viaje. Austin es una ciudad para volver más de una vez.

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