Viernes 30 de Julio de 2021 por la tarde. Unos meses atrás una amiga, Vivi, me había hablado de una actividad en la que participa los viernes en las noches. Ese día lo recordé y le escribí.
Se trata de reunirse con otros voluntarios para preparar y repartir refrigerios calientes en el barrio Santa Fé, especialmente a niños que residen en la allí.
Vivi me había pedido mi número de cédula y yo pensé que tenía que esperar a que ellos me contactaran. Cuando le escribí, me explicó que podía ir ese mismo día, que no tenía que esperar nada. “Bueno, de una,” pensé. Tomamos un taxi alrededor de las 5 pm sin que yo supiera mucho más.
Llegamos a una escuela (geolocalizada en este post) que queda a unas cuadras de la popular zona de tolerancia bogotana. Subimos unas escaleras para encontrar docenas y docenas de salchichas partidas por la mitad en ollas con agua y una cantidad similar de panes de perro caliente sobre varias mesas.
También había tarros grandes de salsas, bolsas de papas “fósforo” y los cartoncitos que se doblan para formar una caja rectangular y que se usan para poner y entregar el tradicional hot-dog a quien lo devorará en segundos, sea en un cine, un local o puesto de calle de comidas rápidas. En este caso, serían para niños y niñas de diferentes edades, habitantes de calle o que duermen en los “camarotes” de la localidad.
Para acompañar, había una ollada de agua de panela y un costal de Yox de Alpina. Todo estaba casi listo en la cocina y lo que hacía falta se hizo con la ayuda de las personas que poco a poco llegaban.
Mientras tanto conocí a los colaboradores. La señora que lidera esta iniciativa es una madre comunitaria, Aura María López, quien trabaja en la escuela y que ya es reconocida en el sector por realizar esta y otras obras benéficas en otras localidades.
Estaban además tres amigos de Vivi con quienes compartí la mayor parte del tiempo y un señor, que mientras estuvo allí no paró de lamentarse porque la vez pasada se había perdido un pito o una corneta que para él “tenía un importante valor sentimental”.
Algunos de los presentes iban en familia (una madre con su hija), y en total no eramos más de diez personas. Entre todos ayudamos a terminar de preparar los perros, bajar todo al primer piso y organizarlo en una carreta, que empujada por una bicicleta, haría posible el traslado de los alimentos a diferentes puntos de la zona.
En total fuimos a unas cinco casas diferentes, de las cuales salieron gran cantidad de niños con una sonrisa en la cara para recibir el refrigerio. Algunos de ellos necesitaban ayuda para llevar en sus brazos el perro, la agua de panela y el Yox, por su corta edad.
Toda la noche llovió, motivo por el cual se dificultó un poco la logística, pero ni el clima, ni el cansancio impidieron que al final se alcanzara el objetivo de repartir estos refrigerios a al menos un par de centenares de niños y niñas. Cuando ya todos habían pasado, se repartían algunos más para personas mayores y otros transeúntes.
Al final, los demás del grupo aseguraron que yo no volvería allí después de esa noche de lluvia. La siguiente vez que tuve la intención de ir me enfermé justo antes de salir y hasta el momento no he regresado…sin embargo sigo con interés este proyecto y quise escribir este texto para dar a conocer de qué trata.
La ayuda para este tipo de actividades nunca está de más y pude ser testigo del impacto positivo de una iniciativa como esta, que no será una solución permanente para personas que actualmente pasan necesidades, pero que sin duda les puede alegrar el día.
Mención especial para Aura, con quién no pude hablar mucho, pero noté el empeño y determinación por velar por el bienestar de los más jóvenes del barrio Santa Fé.
Asimismo, Diego, de quien me llamó la atención la dulzura con la que hablaba con los niños para lograr que hicieran una fila y poder repartir los alimentos del modo más organizado posible. Es una tarea que no creo que yo no hubiese podido realizar.
Por supuesto Vivi y sus otros dos amigos también hicieron un gran trabajo y me reafirmaron que hay gente dispuesta a realizar acciones completamente desinteresadas, más aún un viernes en la noche. Gracias a todos ellos por este bonito Memory About a Place y espero volver pronto.
Si te interesa saber más acerca de esta iniciativa, sigue las cuentas de Instagram @palsbogota y @asomatealarealidad.